Carmen Amaya – en el cielo

Carmen Amaya Amaya ( 2 de noviembre de 1918​ –  19 de noviembre de 1963) fue una mujer gitana, bailaora y cantaora de flamenco española. Nació de cuna gitana, hija de Micaela Amaya y del tocador José Amaya El Chino, hermana de Francisco, Leonor, María, Antonia y Antonio Amaya, y estuvo casada con Juan Antonio Agüero. Desde pequeña, formó parte de una de las familias gitanas más vinculadas al flamenco. Aunque es difícil asegurar con rotundidad cuándo nació Carmen Amaya, recientes estudios de investigación proponen 1918 como año de nacimiento, tras haber sacado a la luz un padrón de habitantes de la ciudad de Barcelona, de 1930, en el que figura la artista con 12 años.​ Carmen Amaya es uno de los iconos del baile flamenco. También cantaba, pero sus dotes de bailaora acabaron eclipsando su faceta como cantaora. Aprendió a bailar de su entorno cercano ya que nació en el seno de una familia gitana. En la calle cantaba y bailaba para ganar algo de dinero. Luego llegaría a los teatros y de allí a los grandes escenarios de Madrid, en una ascensión meteórica, con un estilo y unas maneras nunca vistos. Desde pequeña se conoce con el sobrenombre de La Capitana, cuando se inició en el flamenco acompañando a su padre, debutando con sólo seis años ante el público en el restaurante de Barcelona Les Set Portes y poco tardó en dar un gran salto para actuar en París con gran éxito, en el Teatro Palace.​ Bailó desde muy joven con figuras ya muy populares y reconocidas como Raquel Meller o Carlos Montoya. La también bailaora La Chunga es prima suya. En 1930, formó parte de la compañía de Manuel Vallejo, actuando por toda la geografía española. A su regreso a Barcelona bailó en el Teatro Español, recomendada por José Cepero. En 1929, figuraba en el cartel del tablao Villa Rosa de Madrid y, en 1930, actúa en la Exposición Internacional. La contrata el empresario Juan Carceller para una gira en la que recorre varias capitales, entre ellas San Sebastián, en 1935, presentándola en Madrid, Luisita Esteso, durante un espectáculo en el Coliseum. El mismo año trabaja en los teatros madrileños de La Zarzuela, con Conchita Piquer, Miguel de Molina y otros destacados artistas, y en el Fontalba. También es escogida para actuar en la película La hija de Juan Simón, con Angelillo, y toma parte, en Barcelona, en una revista musical. Después de su interpretación en la película María de la O, comienza una nueva gira por las provincias españolas. La Guerra Civil Española la sorprende en Valladolid y obliga a que la compañía se traslade al extranjero. Después de actuar en Lisboa, salta el charco con su equipo, el cual incluye otros intérpretes y a su padre y al Pelao Viejo. Se presentan en Buenos Aires, donde debuta en compañía de Ramón Montoya y Sabicas, en el Teatro Maravillas con un enorme éxito. Tuvieron que intervenir las fuerza de orden público, y también los bomberos, en el segundo día de actuación para poder mantener el orden en las taquillas. Se mantiene en ese teatro por un año, y después de eso realizó una gira por toda las ciudades del interior de Argentina, para regresar a Buenos Aires y al mismo escenario. Todo esto tomó cuatro meses. Cuando comenzó la Guerra Civil abandonó España y viajó por todo el mundo trabajando: Lisboa, Londres,
París, Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Cuba, México, Uruguay, Venezuela, Nueva York. Muchas ciudades se rindieron ante su baile, de forma que cuando en 1947 decidió regresar a España era ya una estrella internacional, un status que conservó hasta su muerte en 1963. Desde finales de 1936 a 1940, se suceden sus actuaciones en Argentina, Uruguay, Brasil, Chile, Colombia, Venezuela, Cuba y México, donde, en 1940, simultaneaba sus actuaciones en el Teatro Fábregas con las del tablao El Patio. Durante esta etapa de su vida artística, en la que une a su grupo artístico a varios miembros de su familia, realizó películas en Buenos Aires junto a Miguel de Molina y fue admirada por los músicos Arturo Toscanini y Leopold Stokowsky, quienes hicieron de ella públicos elogios. En 1941 viaja a Nueva York, y actúa en el Carnegie Hall, en el que sólo actúan artistas de prestigio principalmente con espectáculos de música o ballet clásico, en unión de Sabicas y Antonio de Triana. Como anécdota se cuenta que el entonces presidente de los Estados Unidos, Franklin Roosevelt, le regala una chaqueta bolera con incrustaciones de brillantes tras verla actuar y la invita a actuar en una fiesta en la Casa Blanca. Carmen fue portada de multitud de revistas y la admiraron los más famosos astros del cine y el arte. Desde 1942 en Hollywood, se convierte en una de las atracciones más grandes. Interpretó una versión de El amor brujo de Manuel de Falla, en el Hollywood Bowl, ante veinte mil personas, con la Orquesta Filarmónica. Intervino en un gran número de películas y grabó para diferentes compañías discográficas. Vuelve a Europa y se presenta en el Teatro de los Campos Elíseos de París, para hacerlo más tarde en Londres y en teatros holandeses, desde donde pasa a México y después otra vez a Nueva York y Londres, para seguir por Sudáfrica y Argentina, retornando a Europa. Cuando Carmen Amaya volvió a España en 1947 era ya una figura mundial indiscutible. Los largos años americanos le habían servido no sólo para asentar profesionalmente su arte, sino también para que su leyenda creciera imparable. Su reaparición en los escenarios fue en el Teatro Madrid con el espectáculo Embrujo 
español. Obtiene un resonante éxito en el Princess Theatre londinense en 1948, y en su siguiente gira por América, recorre Argentina en 1950. Al año siguiente vuelve a bailar en España, presentándose en el Teatro Tívoli de Barcelona, después de varias actuaciones en Roma. Continúa actuando en Madrid, París, Londres, y diversas ciudades de Alemania, Italia y otros países europeos. En Londres, le felicita la reina inglesa, y aparece en la prensa una fotografía con el siguiente texto: «Dos reinas frente a frente». La Europa del norte, Francia, España, Estados Unidos, México y América del Sur son los itinerarios que sigue con su elenco en los años siguientes. En 1959, alcanza un gran triunfo en el Westminster Theatre de Londres y en el Teatro de La Zarzuela de Madrid, inaugurándose en Barcelona la Fuente de Carmen Amaya en su antiguo barrio del Somorrostro, en medio del homenaje popular; con este motivo se celebró una función benéfica en el Palacio de la Música Catalana. Su última película fue Los Tarantos, de Rovira-Beleta (1963). Sigue siendo reclamada por los principales coliseos del mundo hasta 1963, el año su muerte por afección renal, con giras por Europa y América. Finalmente su enfermedad le impide continuar, estando en Gandía, tras haber bailado por última vez en Málaga. Su muerte, de una enfermedad renal a los 50 años, constituyó una gran aflicción para todo el mundo flamenco, siéndole otorgada la Medalla del Mérito Turístico de Barcelona, el Lazo de Dama de la Orden de Isabel la Católica y el título de Hija Adoptiva de Bagur. Su entierro convocó a un gran número de personas gitanas y no gitanas de Cataluña así como de distintos puntos del resto de España y Francia. Enterrada en Bagur, donde vivió sus últimos días, sus restos descansan actualmente en Santander, en el panteón de la familia de su marido. En el año 1964, los maestros León y Solano compusieron la copla Aquella Carmen dedicada a la memoria de Carmen Amaya, que decía: Se murió Carmen Amaya, y España entera lloró. A los tres años de su defunción, en 1966, se inauguró su monumento en el Parque de atracciones de Montjuic, hoy Jardines Joan Brossa de Barcelona, y en Buenos Aires le fue dedicada una calle, mientras que en Madrid, en el «Tablao» Los Califas, se le tributó un homenaje en el que intervinieron entre otros artistas Lucero Tena, Mariquilla y Félix de Utrera.



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